Los momentos de crisis nos hacen buscar un chivo expiatorio al cual podamos echarle la culpa. Sin embargo, cada uno de nosotros es responsable de habernos quedado en nuestra zona de confort.
Los últimos meses (años, diría yo) han sido interesantes, por decir lo menos, para la economía de nuestro país y la del mundo entero; hemos visto cómo las principales potencias mundiales recortan sus gastos y programas en búsqueda de mantenerse en números negros.
Cuando Donald Trump llegó a la presidencia de los EU, pensamos: “el panorama para la economía en México está a punto de empeorar”. Esto ha generado una cierta apatía y una negatividad generalizada en todos los sectores del país, pero también un fenómeno muy curioso: no nos estamos haciendo responsables de la situación.
Los mexicanos sentimos que la crisis fue generada exclusivamente por el “efecto Trump” y que, como una gripe, se irá con el tiempo, o bien que los políticos son los que deben ocuparse de solucionarla. Pero eso ¿dónde deja a la iniciativa privada?
Pensar que no tenemos “vela en el entierro” es un gran error que sólo provocará incertidumbre; la situación actual es la consecuencia de encontrarnos una zona de confort de la que todos somos responsables en mayor o menor medida. Si seguimos por el mismo camino, lo único que provocaremos es que esta crisis se acreciente y perpetúe.
¿Qué nos toca?
La tentación de poner a nuestras empresas familiares en régimen de austeridad es grande; sin embargo, en mi experiencia como consultor de este tipo de compañías te puedo asegurar que la solución a una crisis no está en no gastar, ¡es más!, ésa podría ser la causa de que toda tu dinámica se retrase o incluso de detenga, impidiendo que tu dinero se multiplique y creando una sensación de falsa seguridad. No, la clave para sobreponernos a los tiempos de incertidumbre está en promover el flujo de dinero; recordemos, cada crisis representa un riesgo, pero también una oportunidad de crecimiento.
Una frase que escucho continuamente es “Es que no hay dinero…”. Yo me pregunto: ¿Qué pasó con el dinero? ¿Lo quemaron? La respuesta es sencilla: el dinero está ahí, el problema es que no fluye, hagámonos responsables de nuestras propias economías ¡y movámoslo entonces!
A continuación, te comparto tres claves que podrían ayudar a que tu dinero se movilice y que tu empresa familiar genere un crecimiento, con lo que incluso podrías ayudar a reactivar el resto de la economía.
Invierte.
El dinero es sólo papel o números en una computadora si esta estático; debe moverse, tanto para seguir ingresando como para que la economía se active. Ojo, no estoy sugiriendo que despilfarres o te pongas a gastar de manera irresponsable; lo que sí te aconsejo es que te asegures que no estás haciendo un gasto, sino una inversión que te regresará con ganancias. Invierte de manera inteligente, en ti mismo, en tu negocio, en tu formación, ¡te aseguro que no arrepentirás de ello!
Innova.
Renueva tu forma de pensar y de actuar. Aprende a adaptarte a los cambios, sé que es complicado, pero te aseguro que, si aprendes a hacerlo, tendrás la mitad de la batalla ganada. Es el momento de cambiar la forma en que haces las cosas para que éstas resulten de la manera que tú deseas. Tu forma de pensar es fundamental, así que te invito a ser positivo y perder el miedo, intenta obtener de cada fracaso un aprendizaje, ¡es la mejor forma de mejorar!
Sé productivo.
No te quedes esperando a que vengan tiempos mejores, es posible que éstos nunca lleguen. Considera que este momento podría ser la mejor opción (o la única que tienes) para superar la incertidumbre.
Es tiempo.
¡Actúa ya! Si no sabes por dónde empezar, acércate a un experto en la materia, estamos para servirte. No eches en saco roto el consejo de investigar también por tu cuenta sobre las medidas que puedes tomar para mejorar tu situación… y eso sí, nunca dejes tu futuro económico a la suerte, la falsa seguridad o las acciones de un tercero.
Si implementas estos sencillos consejos en tu vida y negocio, lograrás que la crisis no represente un problema para ti y además ayudarás al flujo de la economía de tu ecosistema (entendiendo por esto a tu ciudad, estado y hasta el país entero).
Demuestra ser el líder que tu compañía necesita, al tener la capacidad de percatarte de un problema y reaccionar ante él, antes de que éste se convierta en un riesgo para tu empresa y comunidad.